
El origen de esta finca se sitúa en torno al año 1210, cuando funcionaba como molino harinero bajo la propiedad de los Dominicos de Alcalá de Henares. Posteriormente, en el siglo XVIII pasó a manos de los franciscanos de Torrelaguna, hasta que la desamortización la convirtió en una propiedad privada. Para comienzos del siglo XX, quedó abandonada, hasta que en 1985 el empresario Manuel Castiñeiras emprendió una restauración integral que devolvió la vida y el esplendor al lugar, respetando su entorno natural y arquitectónico.
Ubicada en un entorno rural privilegiado, la finca está rodeada de jardines exuberantes, árboles, canales de agua natural y zonas verdes, lo que proporciona un escenario perfecto para una celebración al aire libre. Los canales y la vegetación generan atmósferas únicas que permiten que los profesionales, como fotógrafos, encontremos rincones encantadores en cada paso.

Uno de los puntos más atractivos de La Antigua Fábrica de Harinas bodas es la variedad de escenarios que ofrece para cada momento de la celebración:
- El patio central, amplio y luminoso, ideal para ceremonias civiles al aire libre o cócteles de bienvenida.
- Los jardines, que rodean la finca, aportan frescura y un entorno natural perfecto para fotografías espontáneas.
- Los salones interiores, con techos altos y detalles originales, que permiten disfrutar de la celebración en cualquier época del año.
También incorpora soluciones como alojamiento para novios, sonorización, animación infantil o decoración personalizada, para lograr una experiencia completa y sin estrés.
Estos espacios versátiles hacen que cada pareja pueda adaptar su boda a su estilo, desde celebraciones íntimas y románticas hasta bodas con un aire más elegante y sofisticado.

Desde el punto de vista fotográfico, esta finca es un escenario muy agradecido. La luz natural que se cuela por los ventanales, los contrastes entre la piedra y el verde de los jardines, los detalles arquitectónicos… todo contribuye a crear un reportaje lleno de matices y personalidad.
Cada boda en La Antigua Fábrica de Harinas tiene un aire distinto: unas parejas se dejan llevar por la calidez de los interiores, otras prefieren la amplitud del exterior, y otras combinan ambos ambientes para aprovechar lo mejor de cada espacio.
Cuando pienso en cómo sería casarse en La Antigua Fábrica de Harinas, lo primero que me viene a la mente es esa sensación de estar en un lugar con historia, rodeado de naturaleza, pero al mismo tiempo con todas las comodidades para disfrutar del día sin preocupaciones.
Me gusta imaginar la ceremonia en los jardines, con el sonido del agua de fondo y la luz del atardecer entre los árboles. Después, un paseo por el patio central, saludando a familiares y amigos, mientras las paredes de piedra guardan silenciosamente todo lo que allí ocurre. Y, cuando llega el momento de la celebración, entrar en un salón que combina lo rústico con lo elegante, donde cada detalle tiene un aire auténtico y acogedor.
Lo que más me atrae de esta finca es esa mezcla de sensaciones: el contraste entre lo natural y lo histórico, la tranquilidad del entorno y, al mismo tiempo, la emoción de saber que allí se vive un día irrepetible. Es como si cada rincón estuviera diseñado para crear recuerdos que quedarán grabados en la memoria y en las fotografías para siempre.

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